Versa el son jarocho de la bamba que para subir al cielo se necesita una escalera grande. Esta “escalera” nos puede ser de mucha utilidad en nuestros procesos de innovación para poder llegar a un mayor entendimiento del problema que estamos tratando de resolver o para comprender el significado, propósito o potencial de la idea o concepto que acabamos de tener.
Lo abstracto y lo concreto
De acuerdo a Dschool de Stanford, moverse entre lo concreto y abstracto es una habilidad primordial de quienes participan en el proceso de innovación. La habilidad de poder entender a los involucrados y su propósito para poder definir las funcionalidades del producto o servicio. Esta competencia requiere de la abstracción para definir significado, metas y principios así como la precisión para definir detalles y funciones.
Me gustaría definir un par de conceptos: Abstracto y Concreto
De acuerdo a la RAE, abstracto proviene del latín tardío “abstractus” que significa apartado o separado, también lo define como un adjetivo que tiene alguna cualidad con exclusión del sujeto. Es decir el adjetivo abstracto existe en el pensamiento o como ideas pero que no tiene una existencia física o concreta. Las ideas abstractas son un ejemplo de ellas. Estos conceptos que no puedes tocar o saborear, tienen que ser visualizados. Algunos ejemplos de estos: amor, justicia, honor, belleza, libertad, gracia, felicidad. Si pudiéramos poner las palabras ¿Qué es..? enfrente de estos conceptos, pudiéramos escribir un libro para hablar de ellos.
Por otro lado su antónimo sería concreto. La misma RAE lo define como en oposición a lo abstracto y como el adjetivo que describe lo preciso, determinado o sin vaguedad. Las palabras concretas son cosas tangibles que podemos entender a través de nuestros sentidos. El café que estoy tomando en este momento es un objeto concreto.
En el proceso de innovación se involucran distintas personas con diferentes maneras de pensar e interpretar el mundo o en este caso el reto de diseño. Saltar a tratar de resolver un problema sin generar un buen entendimiento puede ser muy arriesgado.
Entonces, ¿cuál es el camino hacia la innovación?
Algunas personas tienen un pensamiento concreto y otros abstracto. Una persona con pensamiento concreto que observa el monumento del Ángel de la Independencia observará una mujer con el torso desnudo, con alas y en su mano sosteniendo una corona de laurel. Para una persona con pensamiento abstracto pudiera ver este monumento como el símbolo de la independencia, un recuerdo para memorar a los héroes de la independencia o como el icono cultural para celebrar cuando la selección de futbol gana algún partido.
Ambas visiones sobre la situación son correctas, una orientada a los hechos y la otra orientada a múltiples significados. El reto en el proceso de innovación es tener claro desde donde el equipo se situará para resolver el problema. Dando pie a poder explorar múltiples soluciones que den detalles finos o que apuntalen a necesidades mucho más abstractas.
Una herramienta muy simple y poderosa para navegar entre estos dos puntos es la “Escalera de la Abstracción”, la cual nos provee un marco para considerar un problema en diferentes niveles. Si estamos buscando soluciones más visionarias nos puede ayudar a dar pasos atrás. Ascendiendo la escalera al preguntar ¿por qué?, lo cual nos permite expandir el alcance de nuestra indagación.
Por el otro lado, cuando el alcance es demasiado amplio y no sabemos cómo comenzar, podemos descender la escalera al enfocarnos y preguntar ¿cómo?, al hacerlo podemos reducir nuestro reto y podemos ser más específicos en nuestra exploración.
Un buen líder no necesariamente es el que de primera instancia resuelve el problema, sino el que resuelve de primera instancia el problema correcto. ¿Cómo plantear el problema correcto? Tal vez con una escalera.