Ana Paula AndreuEn los últimos meses, nuestro entorno ha sufrido cambios bruscos y trascendentales respecto a la “realidad” que conocíamos, a la que estábamos acostumbrada/o/es.
A estas alturas ya estamos familiarizada/e/os con dicho fenómeno y con las distintas etapas de adaptación a dicha transformación, aunque quizás todavía no lleguemos al grado acostumbrada/o/es como antes.
Muchas personas comenzamos a tomarlo con calma, asumiendo que quizás sería una cuestión rápida, unas cuantas semanas tal vez. Al pasar de los días, nos topamos con la incertidumbre de la culminación de la cuarentena, si volveríamos a lo que conocíamos.
Nos hemos visto en un verdadero reto no sólo en cuestiones aparentemente obvias como lo financiero, nuestra educación, convivencia con seres queridos, etc, sino que también esto se ha vuelto una lucha por mantener nuestra integridad mental y emocional.
Somos seres sociales y adaptables, sobrevivimos en manadas desde tiempos remotos y este confinamiento nos ha traído un desbalance al despojarnos de lo conocido y de ciertas manadas también.
Como sociedad es preponderante salvarnos, sin embargo, debemos hacerlo primero en lo individual.
En la búsqueda por mantener la cordura, he visto como algunas de mis personas allegadas han recurrido a la repostería, hasta volverse casi que experta/e/os, he visto desde tiktokers de cuarentena, personas empresarias, hasta las que no soportaron más su cabello y se raparon, tiñeron o en lo mínimo se cortaron el fleco, la evolución fue notable para mí.
Al observar estas distintas manifestaciones en mi entorno, no pude evitar cuestionarme ¿cómo lo estoy sobrellevando sin raparme en el intento? (Britney, ahora te entiendo y respeto por completo). Descubrí que mi recurso ha sido el mismo que me ha salvado desde que era adolescente: escribir.
Pareciera un ejercicio exclusivo de eruditos escritores, sin embargo, siempre he defendido la premisa de que para escribir lo único imprescindible es tener algo qué decir.
En medio de esta caótica situación, creo que todas las personas tenemos algo por decir, desahogar y dialogar, sobre todo con nosotra/e/os misma/e/os.
La salvación viene desde adentro, de aferrarnos a nosotra/e/os misma/e/os.
Para Sharon Hinsull, psicoterapeuta miembro de la Asociación Británica de Consejería y Psicoterapia: “la gente ha utilizado la escritura como un medio para la expresión emocional a lo largo de los siglos, y para muchas personas parece seguir siendo uno de los medios más eficaces para articular sentimientos no expresados o inexplorados”.
El objetivo en el empleo de la escritura terapéutica no es, por ende, desarrollar las habilidades literarias, sino: “dar expresión silenciosa pero significativa a lo que no ha sido, o no puede ser dicho quizás en voz alta” (Hinsull, 2013).
El hecho de que algunas de las mentes creativas más elevadas de la literatura universal hayan experimentado en algún momento de sus vidas las repercusiones de un desorden mental, principalmente, la ansiedad y la depresión, no nos es ajeno.
Fue precisamente durante periodos de ansiedad o depresión intensa que fueron escritas las más sublimes obras literarias de su repertorio, hecho que si bien habla de una capacidad extraordinaria para convertir el dolor y la desesperanza en arte, también es indicio de una propiedad terapéutica atribuida desde hace ya muchos años a la escritura para el tratamiento de ciertas psicopatologías, particularmente los trastornos del estado de ánimo.
Véase también:
Transformando la crisis en:________.
Transformando la crisis en: Grandes Obras.
Escribir siempre ha significado para mí, un proceso catártico, un diálogo conmigo misma y una terapia.
Es justo el momento para tomar esta oportunidad de buscar dentro de nosotra/e/os y no solo volver lo que éramos, si no, transformar y evolucionar. Seamos compasiva/e/os y llevemos con gracia nuestro proceso.
Y tú, ¿qué has hecho para sobrellevar el confinamiento?…
Redacción: Rubí Zul
STAFF CEDIM
Rubí es miembro del staff del departamento de admisiones en CEDIM, como escritora ha colaborado en proyectos independientes como la revista “Hiperespacio”, así como en la edición y redacción de la revista universitaria “Vida y Salud” para la Facultad de Medicina de la UANL.
También ha participado como miembro activo del colectivo de escritores “De carne y verso” hasta el 2012 y en el “Círculo de escritores emergentes” en el 2014.
Actualmente retoma su pasión por las letras escribiendo poesía y compartiéndola en su Instagram “Las letras rojas” y colaborando con el blog de CEDIM.
Conoce más del trabajo literario de Rubí en: https://www.instagram.com/letrasdelaroja/
Edición: Ana Paula Andreu
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Ana Paula Andreu
Ana Elisa Villazana Reyes
